curso tiempo libre
curso monitor tiempo libre
monitor tiempo libre
curso monitor
cursos
monitores
tiempo libre
curso multiaventura
curso tiempo libre
curso monitor tiempo libre
monitor tiempo libre
curso monitor
cursos
monitores
Determinar el momento exacto en el que una profesión o un concepto nuevo aparecen acostumbra
a ser, por lo general, muy difícil. No obstante, en relación con la animación, se suele señalar que el término
fue utilizado por primera vez en un documento del Ministerio francés de Educación Nacional1 en el año
1945. Esta nueva denominación venía a caracterizar a toda una serie de agentes sociales –herederos del
movimiento de la educación popular- que desarrollaban acciones socioeducativas y culturales con personas,
grupos y comunidades en sus propios ámbitos territoriales de vida cotidiana. Si bien se puede considerar
que la animación como fenómeno inespecífico ha existido siempre2, aquel año viene a marcar el inicio de lo
que será la historia de la Animación Sociocultural como metodología de la intervención socioeducativa.
A España llegará unos años más tarde. Hasta el año 1959 no hay evidencias documentadas de la
apropiación de estas nuevas prácticas y de las terminología correspondientes por parte de los agentes
sociales3. A lo largo del casi medio siglo de historia de la animación sociocultural en nuestro país, se han
producido muchos cambios en la forma de entenderla, de vivirla y de practicarla; también en la propia
consideración social y académica de la animación como práctica de trabajo comunitario y como disciplina
educativa. La misma historia sociopolítica de nuestro país no ha sido ajena a dichos cambios. En general se
puede afirmar que la animación sociocultural ha estado muy presente en la realidad comunitaria de nuestro
país. Primero, como una estrategia de lucha contra los efectos sociales generados por una situación de falta
de libertades en comunidades y territorios de nuestra geografía. Y, segundo, más propiamente, como una
herramienta de intervención socioeducativa vehiculada y autorizada por los recién estrenados
ayuntamientos democráticos para estimular la dinamización y la creación de tejido social en los barrios.
Esta situación, sin embargo, ha ido decayendo gradualmente a todo lo largo de la década de los 90,
que coincide, curiosamente, con la entrada de la formación de animadores en la universidad. Es sabido que
la titulación de educación social, estudios en los que se incluye la formación de animadores, agruparon en
un único perfil profesional a los diferentes agentes sociales4 que hasta aquel momento habían actuado en
barrios y comunidades. Los discursos sobre la animación, por otra parte, se han ido haciendo cada vez más
escasos y han perdido, desde mi punto de vista, la frescura y la fuerza que tenían en los 80